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Notas para pensar los sueños de los futbolistas juveniles

Foto do escritor: INCT FutebolINCT Futebol

Federico Czesli


Semanas atrás llevé a cabo la defensa de mi tesis de doctorado en Antropología de la Universidad de San Martín, en Buenos Aires. Se trata de un trabajo que analiza la formación de futbolistas y los factores que permiten que se desarrolle el “sueño” de convertirse en profesional. En este artículo, entonces, quisiera compartir algunos de los resultados del estudio.


Entre los objetivos de la investigación se procuró comprender cómo se produce la adopción del gusto por el fútbol y cómo surge la aspiración por convertirse en profesional; qué significaciones circulan en torno de la categoría “formación” y qué sueños y aspiraciones asocian los jugadores a la carrera futbolística. La metodología de investigación, en tanto, incluyó tres estrategias de construcción de datos: una observación participante entre 2019 y 2022 en las categorías juveniles del Club Atletico Excursionistas, 16 entrevistas en profundidad con juveniles de la categoría en 2002, cinco más con padres de los jugadores, y una encuesta autoadministrada con 39 preguntas orientadas a indagar sobre las condiciones socioeconómicas con las que atraviesan sus carreras.


En términos conceptuales el trabajo se estructuró a través de la teoría sociológica de Pierre Bourdieu y, a partir de esa perspectiva, se observó las relaciones entre los condicionantes y la capacidad de agencia de los juveniles. En este punto, fue inspiradora la propuesta de la antropóloga estadounidense Sherry Ortner, quien propuso que la agencia “no es una voluntad originaria o natural, sino que adopta la forma de deseos e intenciones específicos dentro de una matriz de subjetividad, de sentimientos, pensamientos y significados (culturalmente constituidos)” (Ortner, 2016, p. 131). 


Esta concepción, que se complementa con una del sujeto como “un ser existencialmente complejo que siente, piensa y reflexiona, que da y busca sentido” (Ibidem, p. 130), me llevó a observar en el camino hacia el profesionalismo las intenciones de los jugadores, los esfuerzos por sobreponerse a las adversidades y las relaciones que establecen en el camino con el objetivo de alcanzar su propósito. 


Hecha la introducción, presentaré a continuación tres de los resultados salientes: 


1. Una multideterminación de factores contribuyen al apego


La etnografía realizada confirma algunos de los condicionantes para la promoción del apego de los niños al fútbol que son recurrentes en la literatura sobre la materia (Bertrand, 2012; Billet, 2010; Côté, 1999; Moraes; Rabelo; Salmela, 2004; Vianna Júnior, 2002; entre otros). Es central la influencia familiar, con especial énfasis en las figuras masculinas adultas (padres, tíos, hermanos mayores), que propician los primeros juegos con pelota, llevan al chico a la cancha o juegan ellos mismos. Esos partidos barriales, a los que los chicos asisten, establecen horizontes de referencia para los aspirantes, como propuso el sociólogo francés Julien Bertrand (2012).


Este tipo de experiencias familiares y vinculadas al género en la primera infancia propician la “adhesión inmediata”, que los niños se predispongan a “jugar el juego” y la “illusio”, es decir, la asunción de que la carrera tiene sentido, que las apuestas son importantes y dignas de ser perseguidas (Bourdieu, 2014, p. 40). Sin embargo, a partir de la lectura que Bernard Lahire realizó del trabajo de Bourdieu, se procuró poner en tensión la mirada bourdieana y complejizar el repertorio de condicionantes sobre la carrera.


Con ese horizonte, la etnografía mostró que además de la familia es central el ingreso a la escuelita de fútbol, que en Argentina se denomina “el baby”. No solo porque allí se aprenden las bases de la técnica deportiva, sino porque también constituye un espacio de disfrute vinculado al fútbol y se trata del primer espacio de selección de los jugadores más aptos. Es así central el rol de esos primeros entrenadores, que suelen tener una conversación personal con los jugadores en las que les dicen que “les ven condiciones”, que los instan a esforzarse y que los llevan a clubes más importantes, en ocasiones afiliados a la AFA o a practicar en cancha de once. 


Este ingreso a otros clubes genera la necesidad de una organización familiar que posibilite asistir a los numerosos entrenamientos, así como recursos económicos para solventarlo. En este punto aparecen centralmente las madres y abuelos –que son quienes acompañan a los aspirantes en los distintos clubes y que atraviesan con ellos la ciudad– más las relaciones entre familias, que se organizan para llevar y buscar a los chicos de los distintos clubes. Esta organización y los “sacrificios” realizados se convertirán, años más tarde, en uno de los factores de apego de los juveniles al fútbol, ya que piensan su carrera y sus esfuerzos como un modo de reciprocar lo hecho por sus familiares, idea que entra en vinculación con la propuesta de Ariel Damo sobre el don.


2. Promesas que son etiquetas


Además de la influencia masculina, la influencia de los entrenadores, el espacio de disfrute y la organización familiar, el estudio mostró otros factores que influyen en el desarrollo de la aspiración al profesionalismo. Uno de los aportes del trabajo consistió en observar la trama de relaciones que se establecen al interior de los clubes de baby. Las horas que pasan los niños entrenando y jugando en el club –que muchas veces se extiende a los fines de semana– generan vínculos de amistad y disfrute entre familias que constituyen lo que en la tesis he denominado un “micromundo” del club. En ese espacio los chicos talentosos se hacen conocidos y se habla de aquellos que se destacan en términos de “promesa”, de “proyecto”. 


Se produce así una pequeña popularidad local que habilita la fantasía y mediante la cual los chicos van adquiriendo la sensación de que son excepcionales. Esta primera fama, que necesariamente se sostiene sobre éxitos deportivos, los ubica progresivamente en posiciones de prestigio. A partir de estas observaciones la tesis postula que los niños talentosos son “etiquetados” (Becker, 2009) como “cracks”, como “promesas”, y que este etiquetado involucra “emociones adheridas” (Ahmed, 2015).


La noción de “etiquetado” resultó productiva para pensar cómo se transforma el modo en que los jugadores se relacionan con su entorno, ya que familiares y adultos cercanos los observan a partir de esa posición. En tanto, la noción de “emoción adherida” de Ahmed permitió poner el centro en el jugador mismo, para pensar cómo a partir de ese etiquetado son los jugadores los que impulsan sus propias carreras y motorizan que sus familias se organicen para aprovechar “la oportunidad”. Estas observaciones posibilitaron correr el foco de la idea –recurrente en la opinión pública en Argentina– de que los niños adoptan la carrera por presión familiar o por una estructura de actores –clubes, familiares e intermediarios– que buscan sacar provecho de su talento.


En este sentido, el estudio propone que este etiquetado que se produce en la primera infancia tiene carácter performativo, entendiéndolo como capacidad generadora, motor de trayectorias, potencia “para crear realidades y construir mundos y no meramente ‘representarlos’” (Arfuch, 2018, p. 60). De manera similar, el trabajo observa que una serie de relatos familiares que asocian al jugador con su pertenencia originaria al fútbol (“iba a entrenar con la mamadera”, por ejemplo) también operan de manera performativa, ya que constituyen relatos desde los cuales los aspirantes dan sentido a sus trayectorias y porque posibilitan el apego a la práctica cuando los juveniles deben enfrentar las adversidades deportivas.


3. La dimensión material y la contingencia de los sueños


En el estudio se despliega un análisis de los sueños de los futbolistas juveniles, y se establece un diálogo con diversas perspectivas teóricas que analizaron la influencia de las aspiraciones en el impulso hacia la acción de individuos y colectivos. A partir de los datos construidos y del relevamiento de perspectivas se propuso un debate con los antropólogos Marc Augé y Arjun Appadurai, no solo porque han influenciado muchos otros textos (para el caso del fútbol: Pimenta, 2008; ou Anjos; Saneto; Oliveira, 2012) sino porque ambos dotan a la capacidad de soñar de un potencial transformador.


En el caso de Appadurai, uno de sus ejes es “el trabajo de la imaginación”, a la que piensa como una energía cotidiana y parte estructural de la reproducción social. A diferencia de Bourdieu –de quien sostiene que posee una huella estructuralista y una agencia economicista que no le permiten ver la improvisación social (Appadurai, 2016)– encuentra en la imaginación un potencial emancipador, porque posibilitaría que “incluso la peor y más miserable de las vidas, las circunstancias más inhumanas y brutales, las desigualdades más duras y crueles actualmente estén abiertas al juego de la imaginación” (Ibidem, p. 69). 


En paralelo, Augé (1998) propone que, en un contexto de globalización, las imágenes massmediáticas modificaron las condiciones de circulación y simbolización de representaciones colectivas, y propiciaron una tendencia a la homogeneización. Frente a dichas posiciones, se propusieron dos miradas: la necesidad de pensar “la dimensión material de la imaginación” y “la contingencia del sueño”.


Mediante la primera no hago referencia a que sea el origen socioeconómico de los jugadores el que condicione la imaginación –algo que se correspondería con la noción de habitus–, sino que es la evolución propiamente deportiva la que habilita imaginar objetivos alcanzables. Es decir que los juveniles eran conscientes de que competían en un club de que militaba en Cuarta categoría, que sabían que pegar el salto al profesionalismo no implicaba adquirir inmediatamente un buen pasar económico y que sus sueños se habían ido transformando progresivamente en función de esa posición específica. Esto implica que las aspiraciones tienen un correlato con la posición presente que ocupan, que no se sueña en abstracto sino que hay una vinculación con aquello que se considera factible y que la posibilidad de alcanzarlo toma la forma de aquello que lo material posibilita. Las aspiraciones precisan un relato posible para tornarse verosímiles.


En segundo lugar, en una carrera con altos niveles de incertidumbre como la futbolística, la etnografía mostró que los sueños de los juveniles son contingentes, es decir que se sostienen sobre una continua revalidación deportiva, partido a partido, temporada tras temporada y que se van transformando en función de los resultados deportivos. Inclusive, que las aspiraciones se ven más condicionadas por los resultados deportivos y la evolución en la carrera futbolística que por las condiciones materiales de origen de los juveniles. 


Finalmente, el estudio muestra que, si bien la globalización y los medios masivos influyen sobre las imágenes con las que sueñan los jugadores, estas están mediadas por las relaciones locales. Las identificaciones con figuras adultas en la primera infancia, así como con otros juveniles con los que juegan en el barrio y que logran pasar a ser profesionales, constituyen insumos centrales en la configuración de experiencias y modos de hacer. Son, además, proveedoras de contactos que permiten darles continuidad a las carreras y de potenciales intermediarios o representantes.


Para cerrar, solo un dato más. Esta mediación local tiene en el caso argentino al “barrio” como nodo de significación central. El barrio –que debe ser pensado como territorio, como construcción que conjuga ámbito físico, actores y actividades al modo en que Rosana Guber (2013) piensa la noción de campo– es construido por los clubes como espacio de caos, de ausencia de orden y de disciplina. El ingreso a las juveniles y la adopción de la carrera futbolística, entonces, involucra una progresiva diferenciación de la imagen del jugador de barrio y de los jóvenes que “se pierden” en la esquina. En este punto la formación futbolística expresa una continuidad con el carácter social de los clubes –que en Argentina no son empresas sino asociaciones civiles sin fines de lucro– y “formar” es asociado no solo a disciplinar sino también a promover el ascetismo y la autodisciplina.


Referências:

AHMED, Sara. La política cultural de las emociones. Ciudad de México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2015.


ANJOS, José Luiz dos; SANETO; Juliana Guimaraes; OLIVEIRA Andrea Anchieta. Futebol, imagens e profissionalização: a bola rola nos sonhos dos adolescentes. In: Movimiento, Porto Alegre, v. 18, n. 1, p. 125-147, jan./mar. 2012.


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BOURDIEU, Pierre. Cuestiones sobre el arte a partir de una escuela de arte cuestionada. In: El sentido social del gusto: elementos para una sociología de la cultura. Buenos Aires: Siglo Veintiuno, 2014.


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LAHIRE, Bernard. El hombre plural: los resortes de la acción. Barcelona: Edicions Bellaterra, 1998.


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VIANNA JÚNIOR, Newton Santos. A influência dos pais no desenvolvimento de atletas jovens no tênis. Dissertação de mestrado (Escola de Educação Física, Fisioterapia e Terapia Ocupacional da Universidade Federal de Minas Gerais), Belo Horizonte, 2002.


Sobre o autor:

Federico Czesli é doutor em Antropologia Social pela Universidad Nacional de San Martín UNSAM (Buenos Aires, Argentina).


Como citar:

CZESLI, Federico. Notas para pensar los sueños de los futbolistas juveniles. Bate-pronto, INCTFUTEBOL, Florianópolis, V.2, n.2, 2025.



 
 
 

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